lunes, 28 de julio de 2014

Siento que llego a rozar la felicidad con la punta de los dedos



Ha sido un día largo, intenso; y tal vez la felicidad consista en ello.

Tal vez sea levantarte a las siete de la mañana para limpiar la cocina, leer un rato, descansar un poco y sacar a los perros. Volver, esencialmente para limpiar una habitación tras otra, o tres veces la misma hasta que quede lo suficientemente limpia, hasta que el agua deje de salir negra.
Tal vez sea barrer durante horas, arreglar el jardín, todo acompañado de buena música.
Cocinar y comer, para tener que limpiar la cocina. Y barrer un patio exterior que, al sol de un caluroso día de verano, parece tornarse en infinito. Quitar hojas mientras las hormigas suben por tus manos, encontrarte con tener arañas en los brazos; notar polvo en ojos, garganta, y no dejar de estornudar por ello. Notar que tienes tierra ya hasta en el alma, y que llegue a picarte hasta tu existencia.
Y cuando ya está empezando a caer el sol y al fin puedes darte un descanso, te metes en la ducha.

Puedes sentir como el agua caliente va quemando la suciedad y arrancándola de ti. Convertir el enjabonarse en un ritual para masajear tus brazos, pies y piernas. Cómo el agua fría recorre tu cuerpo y te activa y despierta.

Secarte a conciencia y ponerte ropa limpia. Peinarte y perfumarte.

Y, entonces, salir al jardín ya oscurecido por la nocturnidad, ahora presente. Sentir el frescor de una noche de verano rodeando tu limpieza. Aspirar tu perfume, conjuntado con el aroma del ambiente.
Acercarte a los lugares ahora limpios, y admirar el trabajo bien hecho.

Me duelen los músculos, tengo cansancio ya hasta en el pelo. Solo quiero abrazar la cama y que un frío edredón me arrope mientras me adentro en el mundo de ‘Canción de Hielo y Fuego’.

Pero tal vez la felicidad consista en esto.

lunes, 21 de julio de 2014

Cuando brote el manzano...


Y luego llegas a preguntarte si realmente quieres que brote; si estás dispuesto a seguir regando, a seguir plantando semillas tras tantos intentos.
Que, tal vez, simplemente, sería mejor sacar la maceta al jardín, que le de el sol y que el aire traiga nuevas semillas.
Que tal vez debe dejarse estar y quizá en el futuro, y en alguna otra maceta, crezca algún otro manzano.

Pero eso ya será otra historia.
Un nuevo árbol.