domingo, 15 de junio de 2014

Reflexiones de una noche oscura


Sola.
Más que nunca y como siempre.

Sola.
Y no existen palabras, ni persona que las pronuncie, que puedan cambiar eso.
Y ahora me doy cuenta.







Se acurruca en una esquina una chiquilla, y abrazándose a sus rodillas se dice a sí misma que 'todo va a salir bien'.
Cuando la tormenta ya ha pasado, habiéndose llevado aquello que podía importarle, sin siquiera haber sido esta capaz de advertir que aquello se iba mientras ella miraba al suelo, el cielo se ve en calma. Brillan las estrellas en la noche.
Una noche sin luna.
Dicen 'no llores porque no haya salido la luna, pues si no las lágrimas te impedirán ver las estrellas', pero ella no llora porque no haya salido la luna si no porque ahora, cuando ya no hay nubes, lluvia y truenos, puede ver cómo ha quedado el mundo tras la devastadora tormenta.
Y desde la calle, acurrucada en la esquina, ve la orilla de un mar que, con sus olas, trae la basura que se haya desperdigada por sus aguas.

Y quiere creer que aún le queda la música, que todavía puede luchar. Que aún queda esperanza.
Pero todo aquello sería hacer cosas con una finalidad, no tanto por el medio. Es también el fin importante, ¿no es así? Es también necesario hacer algo con un motivo, y no solo por que sí.
Disfruta del camino, pero no andes en vano.


Tal vez, en verdad, sí que nos queda la música.



'Yo creo que nos hacemos fuertes cuando vivimos por alguien.'

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